martes, 14 de octubre de 2008

Una opinión sobre Soler

Me ha llegado por correo electrónico un artículo que se ha publicado en una revista denominada "el Crisol", dónde, entiendo, no deja bien parado al Secretario General y Alcalde Alejandro Soler. Mentiría si no digo que quedo muy preocupado; la degradación, en términos de valor político, del líder ilicitano esta creciendo con características de progresión geométrica; ha conseguido tensar el Partido; en la sociedad, se percibe, el distanciamiento está en la calle, muchos ciudadanos te paran para comentarte cosas.. y aprovechando una buena crítica al Alcalde, destacando sus actitudes chulescas, sus gominas... y de paso a su mujer y a su padre, ya hablan de la "santísima trinidad". En los medios de comunicación local, desde "la sacudida" con motivo del cese de Ivan Aranda y Juanito Caballero no ha levantado cabeza. La situación es difícil. Mi pregunta es ¿Quiere y/o tiene voluntad Alejandro Soler de normalizar la situación?

Adjunto el artículo citado como comentario.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que la razón de ser de un político es el servicio al ciudadano, el cual le ha designado y colocado en ese lugar, parece una obviedad. Sin embargo, ya hace mucho tiempo que personalmente no lo creo, al menos no lo creo en toda la extensión de esa idea.

En las pasadas elecciones municipales volvieron a ganar los socialistas en el Ayuntamiento de Elche por un escaso margen de votos. Era predecible. Tres décadas de socialismo para un Ayuntamiento es demasiado tiempo, demasiado desgaste y un cambio del secretario general del partido en Elche y un nuevo candidato añadían incertidumbre y excusa para cambiar de tercio. Diego Maciá dejaba tras de si tres legislaturas y el mérito de recomponer su partido, ser un líder indiscutible e impulsar a Elche de ser un pueblo grande a ser una ciudad en toda regla. También dejaba tras de sí una fama de ser un lince como político y hombre duro y enérgico donde su sola palabra era ley, pero también era un señor previsible y honrado en sus planteamientos. Esta fama le propició muchos incondicionales pero también muchos enemigos. En su última legislatura, la dirección del partido había ya sentado los vectores para la renovación de Diego Maciá al frente de la alcaldía por el entonces recién concejal de fomento y hacienda Alejandro Soler.

Alejandro Soler procede de una familia de socialistas desde antes de la república, estudió derecho, pero a sabiendas de que no ejercería nunca como abogado. Alejandro Soler nació para ser político y estudió y se preparó para ello con ahínco. Desde muy joven entró en el partido y fue uno de los concejales más jóvenes al frente de una concejalía de Elche. Jamás ha trabajado para la empresa privada, nació y creció dentro de la urna política, y eso es algo bueno y malo. No se contamina de las podredumbres de la empresa privada, pero desconoce la enorme lucha que supone el mercado empresarial, cumplir los objetivos o arriesgar todo el capital tuyo y de tu familia por un proyecto empresarial. Jugar con tu futuro y tu dinero no es lo mismo que jugar con el futuro de otros y el dinero de otros. Pero, sin duda, el mundo del trabajo curte bastante y nuestro alcalde no ha tenido ocasión de curtirse en esos menesteres. El haber sido educado para ser político tiene de bueno que desde muy temprana edad conoces muy bien cuales son las reglas del juego político dentro y fuera de tu partido. Con todo, el haberse curtido como político en un Ayuntamiento como el de Elche no ha sido la mejor de las escuelas. Una plaza socialista desde el comienzo de la democracia y una oposición casi inexistente dan un buen margen para el relajo y la contemplación.

Sin lugar a dudas, la promoción política de Alejandro Soler siempre estuvo aupada y consentida por el propio Diego Maciá. Si Diego no hubiese dado su consentimiento, Alejandro no hubiese llegado a ningún lugar en la política ilicitana, o al menos lo hubiese tenido mucho más complicado de lo que lo ha tenido.

No todo el mundo quiere ser candidato a alcalde. Hacen falta dosis de inteligencia, ambición, juventud y mucho sentido común, y arriesgar en muchos casos todo tu futuro político a una carta. Si la juegas mal puede que te quedes fuera del juego para siempre. Alejandro tenía todas esas cualidades y una parte del partido dispuesto a apoyarle en todo. Diego, por otro lado, quería dejar la alcaldía. El candidato perfecto era Alejandro Soler.

Hay una regla no escrita y no sé si demasiado inteligente dentro de la política y es esa de que no coloques a tu lado alguien que te pueda hacer sombra, si no antes que después el perro morderá la mano que le da de comer. Para Diego Maciá tener a Alejandro al lado no le suponía ningún problema, Diego sabía positivamente que Alejandro nunca se pondría en su contra. Entre otras cosas por que Diego tenía todo muy bien atado y en el Ayuntamiento como en el partido no se movía un alfiler sin que Diego lo controlara y consintiera. Así durante toda esa legislatura podemos ver cientos de fotos donde Diego y Alejandro aparecen juntos, pero siempre manteniéndose Alejandro dos pasos por detrás de Diego. Por otro lado Diego sobrepasaba de largo la experiencia política que Alejandro tenía. Antes de que Alejandro decidiera plantear algo Diego ya lo tenía solucionado de antemano. En definitiva Alejandro en el cuerpo a cuerpo nunca podría ganar la partida a Diego, la única forma de que Alejandro llegara a la alcaldía era que Diego la dejara. Porque además, todos sabían que si Diego se hubiese presentado a las elecciones nuevamente, el PSOE nunca se habría visto con un margen tan escaso de votos respecto a los populares. No olvidemos que Maciá tenía entre sus proezas que una parte importante del voto popular, en el caso de las elecciones municipales, iba directamente a los socialistas.

Durante esa última legislatura de Diego, el candidato fue reuniendo a un grupo de colaboradores a su lado. Federico Buyolo, Alejandro Pérez, Blanca Gonzalez, Emilio Martínez o Carlos Ávila forman parte, junto algún otro más, de ese grupo. Soler ya con la candidatura en el bolsillo comenzó a hacerse fuerte en algunas concejalías y a ir planificando sus propios proyectos. En esos momentos ya se podía sentir que dentro del partido se estaba produciendo una enorme falla que tarde o temprano rompería. Habían muchas ganas por parte de los seguidores de Alejandro de que Diego saliese de la alcaldía. Diego no les dejaba actuar a sus anchas y el equipo de Alejandro rondaban muchos de ellos las treintena de años y una impulsividad latente que apenas se podía sujetar. Los más viejos del partido no miraban con buenos ojos esa situación. Estos jóvenes estaban preparados, tenían sus estudios, pero ya no eran de la generación que implantó la democracia, nunca habían tenido que manifestarse por la libertad. En cierta medida eran políticos “profesionales” más que políticos por convicción ideológica.

Ganaron las elecciones los socialistas frente a los populares por un escasísimo margen de votos. En realidad ganaron las elecciones porque los populares estaban como siempre a la greña entre ellos, si los populares hubiesen estado unidos en un solo frente común otro gallo hubiese cantado. Por otro lado la aparición de otros micropartidos en Elche denotaba que había mucha gente que no iba a votar a los populares pero que al mismo tiempo no estaba de acuerdo con la política del PSOE. Hizo falta la colaboración de Comprimís para que Soler llegara a la alcaldía ilicitana…y Diego Maciá se quitó de la escena política de Elche.

Con el desembarco de Soler en la alcaldía comenzaron a cambiar muchas cosas y muchos planteamientos. Muchas de esas primeras actuaciones fue quitarse de encima a casi todo lo que oliese a Diego Maciá, y me refiero a colaboradores y a proyectos que estaban en marcha. Durante bastantes meses el Ayuntamiento estuvo más bien en manos de los funcionarios que de dirigentes políticos mucho más preocupados en ubicarse en sus despachos, en tener línea de Adsl y teléfono móvil. Y Soler nombró a los responsables de la concejalías repartiendo las principales a sus colaboradores más estrechos. El nuevo alcalde, en cierta medida buscó en sus colaboradores algo parecido a lo que Diego hizo con él, pongo a mi lado gente que nunca me pueda hacer sombra. Esta cuestión preocupó a mucha gente dentro del aparato del partido: son demasiado jóvenes, demasiado inexpertos y demasiado impulsivos, un cóctel muy peligroso. A muchos de estos nuevos concejales se les vio claramente su cambio de status, ropa de marca, zapatos caros, corbatas de seda y hasta un exceso de gomina, de hecho hasta se jactaban del precio de sus corbatas a las puertas de algún centro social. Mucha gente del partido que había estado trabajando para que Soler llegara a la alcaldía, no porque fuese Soler como persona, sino porque era su candidato, empezaron a verse desplazados, porque los nuevos ocupantes no supieron distinguir entre la gente que trabaja por el partido y la gente que trabaja para conseguir un cargo. La brecha había comenzado a abrirse sin remedio. Varia gente del partido fue desplazada “acusada” de pertenecer al sector de Diego Maciá. Diego, a pesar de no tener ya nada que ver en el Ayuntamiento Ilicitano, los nuevos inquilinos le tenían miedo, porque en el fondo sabían que la opinión de Diego seguía teniendo un poder moral que ellos quizá no pudiesen superar. Diego Maciá convertido en El Cid podía ganar batallas incluso muerto.

Ya antes del último verano, se presagiaba un otoño-invierno difícil. Ya había mucha gente dentro del partido que discrepaban abiertamente con las decisiones y la dirección que iba tomando el nuevo alcalde, demasiado autoritario y demasiado impulsivo y muchos de sus concejales incapaces de gestionar y administrar sus concejalías. Por parte del empresariado ilicitano, muchos eran también los que abiertamente aseveraban que Alejandro no era ni de lejos Diego Maciá. Había demasiado retórica y pocos hechos.

El desplante que Alejandro hizo a Diego Maciá dejándolo fuera del Congreso Federal como delegado fue la gota que colmó el vaso. Diego sería lo que sería pero nadie discute ni dentro ni fuera de su partido que no fuese un político serio, responsable y hombre de partido. Si el actual alcalde fuese más inteligente hubiese llegado a algún tipo de acuerdo con Maciá, de forma que no se hubiese tenido que ver en estas deplorables circunstancias. Alejandro con esta actuación lo único que ha manifestado es quizá un exceso de vanidad y egocentrismo muy peligroso y que se da de frente con una actuación coordinada dentro del partido. Recientemente con la destitución de dos cargos de confianza que aún quedaban de la etapa de Diego, han saltado todas las alarmas y la brecha se ha abierto definitivamente exponiendo a la luz pública el verdadero estado del PSOE en Elche. La misma Mª Teresa Sempere, presidenta del partido, persona siempre muy sensata y equilibrada ha hecho público su descontento con la política de Alejandro de una forma abierta y sin tapujos y ese es el síntoma inequívoco de que la salud del partido va mal. Muchos se plantean en la actualidad que quizá proponer a Alejandro como candidato fue un error porque había otros candidatos, quizá menos jóvenes pero mucho más preparados.

Aún con mucha legislatura por delante se comienza a perder la confianza en que el PSOE gane las próximas elecciones municipales en Elche, y desde luego no porque los populares lo estén haciendo bien, simplemente el PSOE se está cavando su propia tumba y Alejandro, en vez de parar, analizar la situación y negociar, lo que está haciendo es refugiarse en su Alcázar particular, seguido de una corte de gente, de aduladores que si las cosas se ponen difíciles pocos aguantarán que el barco se hunda con ellos, y lo más probable es que salgan corriendo. El propio Alejandro parece estar mirando con demasiada devoción hacia Madrid. Pero todos deberían plantearse que se premia a los fuertes y no a los eslabones débiles y la cadena del partido presenta muchos en la actualidad. ¿Se puede rectificar?, siempre se puede rectificar, lo que no se sabe si queda tiempo suficiente de maniobra. Los populares ante esta crisis de los socialistas callan con absoluto respeto, como ellos mismos dicen, aunque no han faltado críticas contundentes como decir que Alejandro Soler es el peor alcalde de la historia de Elche. Con todo, los populares saben que estar callados y esperar con calma es la receta más segura para no meter la pata. Enzarzarse en violentas acusaciones no se sabe muy bien a quién pueden beneficiar al final.

Ante las últimas noticias aparecidas en la prensa parece que todo se reduce a una lucha de poder dentro del PSOE ilicitano, pero creo que no es verdad, es una lucha por dejar de ser mediocre, es una lucha de falta de ideas, es una lucha por una ciudad que ya no es una ciudad obrera y que aún no sabe muy bien cual es su futuro. Se necesita en el Ayuntamiento gente brillante, con ideas nuevas, dispuestos no a trabajar por un puesto lo mejor remunerado posible, hace falta gente que crea en Elche, no que se aproveche de Elche como rampa de lanzamiento. Los políticos ya no son lo que eran, ya no sirven al pueblo por mucho que gasten toda la saliva diciéndolo de todas las formas posibles. Un político tiene que ser lo suficientemente honrado consigo y con los demás para saber cuales son sus puntos fuertes y débiles y rodearse de gente que le potencie los débiles. Hay que trabajar en equipo y no que un equipo trabaje para mí. Cuestión que creo que Alejandro Soler aún no tiene claro.

Anónimo dijo...

Hay que ver que razon tiene este señor.Que claro que conciso y que bien argumentado.No lo conozco ni se nada de el pero me parece que "lo ha clavado"si se me permite la expresion.
Muchos militantes como yo ya habiamos comentado muchas de estas afirmaciones,pero bien ordenadas ,bien escritas y claramente expresadas aumentan la credibilidad.
Espero que el alcalde y sus colaboradores rectifiquen por el bien de esta ciudad.

navegante dijo...

La participación no se puede escatimar a la militancia y la democracia no se puede imponer.....
La unidad y la diversidad son dos perspectivas inseparables.
Es en el partido donde puede fomentarse que los militantes estén informados y participen en la vida politica, no solo en las 2 horas que duran las asambleas.